Mary

Soy una hija de Dios, psicologa supongo, pero guida por las pautas divinas de la creación. Solo quiero registrar el proceso, las curvas, el pulso de lo que va creciendo dentro de mi, y lo que va de-creciendo. Porque al final llegaré a una gran conclusión, pero no tendrá valor si olvido el camino recorrido, las piedras, los puentes, los amigos...el proceso. Todo comenzó...cuando nací de nuevo:

viernes, abril 28, 2006

No me canso de mirarla

El 13 de abril (jueves santo) nació mi sobrina. Tiene 15 días y ahora la tengo aquí, durmiendo plácidamente a mi lado, en mi cama, mientras escribo. La miro y no me canso de mirarla. Duerme tranquila, con una tranquilidad que cualquiera anhelaría. Ella simplemente duerme, serena, no tiene nada en qué pensar, nada de qué preocuparse, solo tiene necesidades físicas, de comer, de dormir, de abrigo, y ni siquiera se preocupa de eso; hay alguien más que lo hace por ella.
Tantas veces he leído ese pasaje en la Biblia, donde Jesús le dice a sus discípulos que el que no recibe el reino de Dios como un niño, no entrará en él. Tuvo Dios que traer un bebé a mi casa para entenderlo realmente. Si sus hijos supiéramos, como mi sobrina, que hay alguien que se ocupa de nuestras necesidades, alguien que nos mira y no se cansa, que nos contempla con ternura, que se goza al acurrucarnos, que sabe más de nosotros que nosotros mismos, que sabe cuál es nuestro nombre, que sabe qué necesitamos aunque nosotros lo ignoremos, que sabe dónde estamos, quién está delante de nosotros y quién detrás; que sabe que nos hará llorar y qué nos hará callar. Alguien que nos mira, deleitándose en nosotros, que nos mira y no se cansa; que presencia nuestro dormir y nuestro despertar, que nos mira y no se cansa.
Mi sobrina, una pequeña beba, sabe todo esto más que yo; ahora lo entiendo mejor: así como yo la miro a ella y no me canso, así es como Dios me mira y no se cansa.